sábado, 15 de agosto de 2009

Momentos de magia infinita





Sin duda este viaje cambió las líneas de mi destino, la observo y evoco viejos momentos de mi vida...momentos donde salía a jugar a la calle y sólo me entretenía, instantes donde escuchaba las historias de terror de mis amigos y me asustaba. Recuerdo cuando me sentaba en un piso pequeño y leía las líneas del libro de lenguaje que la viejita me prestaba y me escuchaba calmadamente, le cantaba canciones que aprendía en la escuela y me daba onces al estilo campesino; como olvidar esas frías noches de invierno en la casa de mi abuela donde jugaba a la escoba y a la burra con los dos viejitos y siempre perdía, oía con miedo el viento y su serpenteo con los árboles… me dormía entre las montañas en la más infinita soledad del invierno y miraba, al final del camino una vela tranquilizadora. No recuerdo bien que pensaba en esos momentos, sólo los vivía. Evoco, sólo evoco. Mi mente me lleva a esas salidas veraniegas a la mosqueta y al pasto de la flor amarilla, para conseguir esas monedas y así comprar algunos útiles escolares, días sacrificados mientras otros jugaban, pero para mí eran también un juego, me acompañaba de mi hermano y mis amigos, comíamos tomates con sal, robábamos frutas y nos bañábamos en esos ríos que ahora no existen, esos momentos sin duda marcaron lo que ahora soy, alimentaron esa sencillez que me caracteriza y forjaron esos valores que tanto admiro en mí, como son la solidaridad y la empatía. Muchas veces me soñaba siendo adulto y nuca me vi en el entorno donde crecí, siempre me dije que sería un patiperro, adicto a los viajes y a conocer, pero sin descuidar algo muy importante: el estudio, aprender y compartir lo que podría aprender. Luché tanto por lograr lo que tengo, que ahora que gran parte está concretado lo único que me queda es continuar logrando infinitas experiencias, conociendo miles de personas y miles de lugares...
Ya no escucho historias de terror como antes, no salgo en los veranos a buscar mosqueta, ni voy a leer y cantar. Pero sin duda, agradezco el haber tenido esa vida, envidiable para muchos y carente para otros; para mí, fue la ideal.
Ahora, que han pasado algunos años, veo materializado tantos sueños, luchaba por lograr estudiar en el extranjero y la vida premia mi lucha con este viaje a Europa... un viaje que cambiará para siempre mi destino. Sólo queda agradecer y seguir, junto a mi copa de cerveza, mirando esta foto.

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