lunes, 23 de mayo de 2011

Abuela Grillo

Hermoso cortometraje que anuncia el futuro problema que habrá con el agua, cuando ella se agote, pierda su renovación por el abuso que estamos haciendo de ella. Sólo las personas más acaudaladas podrñan acceder al futuro oro líquido. De nosotros depende cambiar el destino de este elemento de vida. La abuela grillo está esperando nuestra ayuda. Disfruten y reflexionen este hermoso video animado.



EL AGUA NO SE COMPRA, EL AGUA NO SE VENDE, EL AGUA SE CUIDA Y SE DEFIENDE.

martes, 17 de mayo de 2011

Carta abierta al Presidente de la República de Chile por el escritor Luis Sepúlveda

Carta obtenida del sitio http://www.lemondediplomatique.cl

Excelentísimo señor
Don Sebastián Piñera.
Presidente de la República de Chile
Palacio de La Moneda
Santiago de Chile.

Ciudadano Presidente: soy un escritor nacido en Chile y un profundo conocedor de La Patagonia y la Tierra del Fuego. En muchos de mis libros traducidos a un gran número de idiomas está presente la vida, gentes y sueños de esa región austral que amo y defiendo con el mismo sano y pacífico tesón que sus habitantes.

Hace muy pocos años desde las mismas oficinas en las hoy usted ejerce la función de gobierno, y desde la elegante frialdad de algunos bancos, se intentó perpetrar un crimen medioambiental contra la Patagonia, específicamente contra la región de Aysén. Una empresa llamada Noranda, con domicilio postal en Canadá y domicilio fiscal en el paraíso tributario de las Islas Caimán, valiéndose de la odiosa Ley de Aguas chilena, una de las más liberales del planeta, pretendía bloquear, detener su curso, matar, tres ríos que desembocan en el Gran Fiordo de Aysén, para construir tres centrales hidroeléctricas que darían energía a una fábrica de aluminio, una de las industrias más contaminantes, y a un puerto destinado a recibir la bauxita y otros minerales. La oposición de los habitantes de Aysén fue muy decidida. Desde la seriedad de un proyecto económico, social y cultural alternativo llamado “Aysén Proyecto de Vida”, los aproximadamente cuarenta mil habitantes de Puerto Aysén, Puerto Chacabuco, Coyhaique y otros poblados que con ese crimen de “emprendedores” verían seriamente afectada su vida, su cultura y sus esperanzas, su presente y su futuro, fueron injustamente ofendidos por el Ministro de Economía de entonces, don Sergio Rodríguez Grossi, quien aseguró que, en términos macroeconómicos cuarenta mil seres humanos eran “nadie”.

Pero a esos “nadie” se unieron otros “nadie” en todo el mundo, porque la preocupación medioambiental, ecológica y en aras de una economía sustentable es parte del imaginario de futuro que mueve a millones de mujeres y hombres que quieren ser ciudadanos antes que consumidores. Esos “nadie” pidieron algo muy simple y legítimo: un estudio de impacto ambiental realizado por un organismo científico independiente, no por la misma empresa impulsora del proyecto o por un gobierno directamente implicado y partícipe de los intereses empresariales. Y esos “nadie”, que fueron groseramente calificados como eco-terroristas, consiguieron detener, al menos temporalmente, uno de los mayores atentados criminales contra la Patagonia. Yo fui uno de esos “nadie”, ciudadano Presidente, hice un documental llamado Corazón Verde, el film fue premiado en el festival de Cine de Venecia, y sirvió para que esos cuarenta mil y tantos “Nadie” se sintieran acompañados por los cientos de miles de otros “Nadie” que defienden La Patagonia, el pristino mundo austral que es patrimonio de toda la humanidad. Soy uno de los tantos que paralizaron “una inversión de siete mil millones de dólares”, y como los ríos que intentaron matar siguen desembocando en el Gran Fiordo de Aysén, asumo esa culpa con orgullo.

Ahora, ciudadano Presidente, nos enfrentamos a una nueva desproporción, a un nuevo intento de terminar con la vida de una de las últimas regiones no contaminadas del planeta, y por eso mismo de un valor incalculable. El valor de la Patagonia, de su naturaleza vital, de sus gentes, de sus sueños y esperanzas, no puede ser decidido ni calculado, ni en sus oficinas presidenciales, ni en la bolsa de valores, y mucho menos en la mesa innoble del consejo de accionistas de la empresas energéticas que pretenden la aprobación del mega proyecto llamado Hidroaysén.

Usted, ciudadano Presidente, declaró monumento nacional al caballo chileno, y con razón. Cuando lo hizo, muchos respiramos satisfechos pues su declaración salvó al soberbio caballo chileno de cualquier experimentación genética. ¿No cree usted, ciudadano Presidente, que una línea de territorio nacional de dos mil trescientos kilómetros de largo por cien metros de ancho, también merece el mismo trato digno que otorgó al caballo chileno? ¿Es usted capaz de imaginar una extensión de veintitrés mil hectáreas? Es difícil convertir los números en imagen. Lo invito a imaginar veintitrés mil estadios de futbol, uno junto al otro. E imagínelos llenos de árboles, de bosques, no de burdas plantaciones de pino o eucaliptos, sino del noble bosque nativo chileno, de la maravillosa diversidad forestal, de la fauna que habita en esos bosques, y de las gentes, de los chilenos y chilenas que conocen esos bosques y los aman. Hidroaysén, ciudadano Presidente, significa la completa deforestación, la aniquilación, el exterminio de veintitrés mil hectáreas de bosque chileno.

Yo sí puedo imaginar esa extensión, porque conozco la Patagonia, porque amo el mundo austral, a sus gentes, a sus sueños y esperanzas, y por eso me opongo a la realización de ese crimen de lesa ecología y lesa humanidad que se llama Hidroaysén.

Hace muy pocos días, ciudadano Presidente, usted declaró que Adán y Eva fueron los primeros “emprendedores”, porque se atrevieron a comer del fruto prohibido. Al margen de las apreciaciones que tenga la iglesia católica o los productores de manzanas tras su afirmación, me permito recordarle que la Patagonia no es una manzana, sino un territorio cuyo mayor valor reside en su pureza ambiental, y habitado por ciudadanas y ciudadanos de la República de Chile que, por esa misma condición tienen derecho a manifestar su aprobación o desacuerdo con el proyecto Hidroaysén. Pero ocurre que los “emprendedores” e instigadores del macrocrimen ambiental han ignorado la opinión ciudadana.

El estudio de Impacto Ambiental para Hydroaysén ha ignorado las opiniones ciudadanas, no ha existido la participación libre de presiones y democrática que la legalidad garantiza. Es un informe viciado, y eso lo sabe usted, ciudadano Presidente, y si no es así, consulte a sus ministros. Hasta las 13.30 horas del día 26 de abril el Informe de Impacto Ambiental estaba rotulado como “inconforme”, pero a las 2 de la tarde de ese mismo día y sin que intervinieran más que funcionarios de la Oficina del Departamento de Desarrollo Urbano y un señor llamado Nicolás Terrazas, a su vez funcionario del Ministerio de Vivienda, la evaluación del Estudio de Impacto Ambiental paso de “inconforme” a “ conforme”.

“Poderoso Caballero es Don Dinero” escribió el gran Francisco de Quevedo y Villegas, pues se da la casualidad que otro miembro de la familia Terrazas, a saber don Pablo, hermano de Nicolás, es propietario de varios terrenos que resultarían inundados si se lleva a cabo el proyecto Hidroaysén, asegurándole una más que jugosa indemnización.

Tan sólo este hecho, este detalle, ciudadano Presidente, vicia por conflicto de intereses (eufemismo para esconder la palabra corrupción) todas las consideraciones acerca del Estudio de Impacto Ambiental y, desde la más estricta legalidad, aconseja paralizar la aprobación del proyecto Hidroaysén.

Sin embargo, usted que ocupa el más alto cargo en la República de Chile, más allá de las triquiñuelas ideadas por subalternos a los que debe despedir de manera fulminante, debe considerar que se está enfrentando a la historia, que siempre juzga, aunque tarde, mas juzga de manera clara y contundente.

En un futuro próximo un busto suyo ocupará un lugar en la galería de los adustos ex presidentes chilenos, y cuando en encargado de limpieza la sacuda el polvo con un plumero, de usted depende que ese hombre diga con admiración: estoy quitándole el polvo al busto de un ex presidente que salvó de la destrucción a la Patagonia, o que simplemente pase de largo y se niegue a desempolvar la imagen del destructor de una de las regiones más bellas y puras del planeta. De Usted depende, ciudadano Presidente.

Con mi más alta consideración
Luis Sepúlveda
Escritor
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Toulon, Francia
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Urbino, Italia
Caballero de las Artes y Las Letras de la República Francesa
Gijón,10 de mayo de 2011

domingo, 1 de mayo de 2011

Caminar es un descubrimiento...



Como nunca antes Santiago de Chile me ha producido sorpresas. Yo, que sólo pensaba que esta ciudad me traería recuerdos nostálgicos de un pasado latente; yo, que por muchos días sintió un torbellino de emociones confusas y negruzcas, nuevamente he vuelto a creer en un camino. Lo admito, soy un caminante sin límites, adicto a las emociones del cambio y con un apetito insaciable por conocer nuevas personas y mundos, el último fin de semana este camino me dio una nueva oportunidad de maravillarme con la vida, de volver a sonreir sin sentir una presión interna ni esa extraña melancolía que me produzco cuando miro hacia atrás.
Paso a plasmar mi experiencia reconciliadora (palabra tan común que utilizaba reiteradamente alguien que quise mucho) y que me ha hecho sentir que vale la pena el optimismo, el reirme de la vida y de sus múltiples expresiones. Cómo comenzar es difícil, un fin de semana sin planes, solo y hasta triste, pero que resilientemente encendió una vela al final del oscuro día que creía me llegaría. No fue así y salí sin miedo a caminar un día sábado, sin mayores expectativas que caminar, simplemente caminar. Y valió la pena. ¿Cómo es posible que la mayoría de las personas necesitemos salir acompañados para todos lados, sobre todo en las noches de juerga, cuando en soledad se pueden generar hermosas situaciones? Yo me convencí de que la respuesta es sólo justificación del temor a sentirse sólo, quizás no potenciado y el temor de relacionarse con personas desconocidas, sin pensar que esos desconocidos pueden, de alguna u otra forma, moldear positivamente las vidas. La mía fue moldeada de una manera tan especial; ahora sí que lo cuento.
Un sábado quedo de juntarme con un buen amigo para ir a una tocata, me da la dirección del encuentro, pero resulta ser frente a la Moneda; pienso en la nula probabilidad que una tocata se genere frente a la Moneda un día sábado, lo llamo para que me repita la dirección y no contesta, algo anda mal. Me regreso orillando el subterráneo metro 1 y escucho cantar a lo lejos junto a unas voces respaldadas por unos dyembés, ¿cómo me gusta esa mezcla?, tambores con voces en la calle y gratis para la gente; aunque las cosas gratis no le importan mucho a las personas porque prefieren pagar: no había nadie, sólo dos tipos haciendo música, sin pretender ni siquiera pedir plata, sólo amor por la música. Me alegro y decido comprar unas mentitas, acercarme y disfrutar del ritmo. Los amigos me involucran en el evento y termino golpeando un dyembé, algo sé de eso así que acepté de inmediato. Estaba pasándola bien. No pasaron ni 5 minutos y aparece un tipo de con dos grandes tambores brasileros y como “nos” vio haciendo música, se unió sin problemas. Venía de una tocata y tenía bastante talento en la percusión, nos enseñó algunas técnicas y quedamos de juntarnos a hacer música otro día, conversamos entre los cuatro por mucho rato, resumimos nuestras vidas en pocos minutos (cómo se eligen los sucesos más importantes de la vida para contarlos en unos pocos minutos es extraño), pero me sentía conversando con amigos de tiempo. Andaba con un poco de buena verde que terminamos compartiendo en la oscuridad de una esquina. Y nos despedimos compartiendo los fonos y correos para juntarnos a hacer música y deporte.
Me fui directo a la calle Lastarria, uno de mis lugares favoritos, pensando en lo vivido, y en lo que quizás me encontraría. Siempre voy a Lastarria a conversar con los artistas y vendedores o simplemente a caminar; esta vez me di el tiempo de disfrutar las xilografías de un joven artista y los grabados de otro muchacho que parecía cantante de rock….conversamos, yo andaba medio colocao, me sentía excelente, quedamos de tomarnos unas heladas pronto y compartimos el número de celular para comprar una xilo que quiero tener en mi casa, la nueva. Eran las 3 de la mañana y me marché con un buen abrazo.

El domingo me esperaba para salir a caminar a otros lugares, y el destino fue barrio Brasil, Estación Mapocho y lo que me esperara. Tomé algunas fotos, anoté datos, ideas, direcciones, hasta llegar a una Iglesia Gótica que me llamó mucho la atención por su forma, sus cúspides, su color y las personas que trabajaban fuera de ella. Había varias personas que hacían afanosamente ramos y trenzaban hojas de palmera para adornarlos y recordé que era domingo de ramos, celebración de los fervientes católicos en semana santa.
Me senté con algunos de ellos, era una señora muy simpática junto a su cuñado, algo silencioso, pero empático. Sin duda eran especiales y emprendedores. Luchaban por ganarse el dinero y se veían felices con sus logros, me contaron sus vidas, su penas y su vida familiar y laboral, y en el camino me enseñaban a hacer ramos. Conversamos horas, fui a comprar una cerveza y bebimos entre los tres, mientras salían y salían ramos de verdes hojas de olivo, palma y romero. Estaba inmensamente cómodo con ellos, tanto que me dieron las 7 de la tarde, un poco antes de comenzar la última misa de ramos. Hice mi propio ramo y la señora Lucía me regaló otro hecho por ella, con una sinceridad nacida del corazón que vale mucho más que una bendición que pudiera dar un sacerdote; a mí, que me conocía de un par de horas, me regala un hermoso ramo que aún conservo; me pregunto, ¿cómo no valorar los pequeños momentos?, esos instantes que te hacen sentir que todo vale la pena, que somos valiosos y que la alegría es real.
Me despedí con dos grandes abrazos y caminé dejando dos grandes amigos; los veré nuevamente muy pronto porque me invitaron con su amistad a almorzar a su casa, sin duda humilde, pero una mansión de humanidad y solidaridad.
Y culminó el fin de semana de caminar, compartir y descubrir. ¿No es hermosa la vida?