Noticias de Chile que importan

Chile y el Desarrollo, siempre lo mismo

Basado en el artículo de Graciela Moguillansky
Le Monde Diplomatique
Junio de 2011

El gobierno de Piñera está convencido de que Chile alcanzará el desarrollo en esta década. La promesa se basa en que en ese plazo, el país logrará un ingreso per cápita al nivel de Portugal, el menos rico de los países desarrollados. Para quienes ya disfrutan los beneficios del desarrollo, como la población de más altos ingresos, la apuesta puede ser factible. Sin embargo, esta es una visión restringida y un tanto miope, porque no toma en cuenta al menos tres requisitos fundamentales del desarrollo; la reducción drástica de la desigualdad, el crecimiento sustentable y la profundización de la democracia.

Para avanzar con equidad

Chile es un país fragmentado en muchos sentidos, lo que agudiza la desigualdad. Desde hace 40 años, el 20% más pobre de la población no alcanza a ganar en promedio, el 7% del ingreso per cápita del 20% más rico. En los ’90, el período de mayor crecimiento histórico del país, las desigualdades aumentaron incluso en el ámbito regional. La OCDE señaló recientemente a Chile como su país miembro con mayores desigualdades de ingresos. Mientras el promedio de los países desarrollados tiene una diferencia de 10 a 1 entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población, en Chile y México esa brecha es de 27 a 1.
Le desigualdad es un imperativo ético y una condición para la sustentabilidad del desarrollo. Se expresa en diversos ámbitos, desde el acceso y la calidad de la educación, hasta le segregación socio-espacial de las ciudades; desde los metros cuadrados de área verde por habitante, hasta el número de embarazos adolescentes por comuna. Pero uno de los más preocupantes es la educación, al ser un factor clave en el ingreso y la movilidad social. El estudio PISA 2000 de la OCDE reveló que sólo un 5% de los estudiantes chilenos fue capaz de inferir información y evaluar críticamente lo leído. La prueba SIMCE, por su parte, evidencia periódicamente que los resultados de los estudiantes están íntimamente ligados con su nivel socioeconómico, círculo que tiende a perpetuarse.

Menos impuesto, más desigualdad

La relación entre desigualdad y tributación de los países desarrollados puede mostrarnos porqué Chile no avanza. La presión tributaria indica la tasa total de impuestos pagada por empresas y personas. El coeficiente de Gini es una medida estadística de desigualdad, que se expresa entre 0 y 1, donde 0 corresponde a la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 a la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno). Los países europeos que presentan las mayores tasas de tributación y la menor desigualdad (Bélgica con una presión tributaria de 43,5% y un Gini de 0,29, Finlandia con un 43,1% y 0,27, Suecia con un 46,4% y 0,23, Francia con un 41,9% y un Gini de 0,28), cifras que se comparan con Chile (18,2% y Gini 0,55), donde la irrisoria tasa de tributación explica claramente las limitaciones que han tenido los gobiernos, incluso los progresistas, para avanzar en políticas pro igualdad.

Chile podría avanzar hacia el desarrollo, pero con un acuerdo social que involucrara una profunda reforma tributaria, que va mucho más allá de los incrementos marginales realizados para enfrentar la reconstrucción post terremoto. Por otra parte, la experiencia internacional muestra que para superar la inequidad también pasa por un acuerdo social que mejore la institucionalidad laboral y permita traspasar parte de las ganancias por productividad a los asalariados. La brutal diferencia entre el decil de ingresos más altos en Chile y el que le sigue, muestra que la respuesta no es trivial.

Desarrollo productivo y empleo de calidad

Vivimos una revolución tecnológica asociada a la biotecnología, nanotecnología, biolectrónica, nuevos materiales y nuevas energías. ¿Cómo se está insertando Chile en este proceso global?
Los grupos económicos continúan reinvirtiendo sus enormes ganancias en los comodities y materias primas tradicionales, como la gran minería, la industria forestal y la agroindustria y la pesca. Este sistema productivo se caracteriza por un alto grado de concentración económica, es decir, los recursos van a pocas manos, profundizando la desigualdad. Además, demanda poco empleo calificado a diferencia de las industrias ligadas a la economía del conocimiento, cada vez más difundidas a nivel global.
Sin embargo, equidad y crecimiento pueden ir juntos. Los países que lo han conseguido tienen un elemento común: una estrategia de crecimiento dinámica, con un fuerte impulso a la política industrial.
En Finlandia, por ejemplo, por décadas predominaron los sectores tradicionales de la industria, cuyas exportaciones ligadas a la producción forestal y minera, preferentemente se orientaban a la URSS y a los países del este europeo. A inicios de 1990 el país vivió una grave crisis derivada de la desregulación del mercado financiero y el colapso del comercio con la Unión Soviética. Las situaciones crearon las condiciones para un viraje hacia la microeconomía, dominada por una visión sitémica de la política industrial. Así fue como en 1993, Finlandia ya redujo el peso de los sectores tradicionales de la industria y enfatizó en el desarrollo y difusión del conocimiento y la innovación. El resultado fue un fuerte dinamismo en las actividades orientadas hacia las telecomunicaciones y las TIC’s. Con esta estrategia el país se reposicionó entre los de menor desigualdad en el mundo.
Irlanda fue un país subdesarrollado y agrario semejante a cualquier país latinoamericano hasta fines de los ’80. En 1986 inició el Programa para la Recuperación Nacional, que incorporó una política de estabilización y cohesión social. Un eje importante fue el impulso de una política industrial con orientación exportadora, basada en la atracción de inversión de capitales extranjeros.
Desde los ’90 existen incentivos a las empresas locales y multinacionales de alta tecnología para radicarse en el país y ocupar trabajadores de mayor calificación y atributos especiales en jornadas completas. Estas medidas fueron las que contribuyeron a bajar la tasa de desempleo de 15,7% en 1993, a 4,7 en 2003. En la última década el país puso énfasis en actividades de alta tecnología, como laboratorios farmacéuticos, diseño y software. Cabe señalar que no fue la política industrial, sino el mal manejo macroeconómico lo que debilitó al país frente a la crisis financiera internacional.
El ministro de Economía de Chile Juan Andrés Fontaine propone aumentar la productividad, pero sin política industrial y con la mínima intervención del Estado. Malas noticias, si sabemos que a falta de proactividad del Estado, menores son la condiciones para impulsar el emprendimiento. Durante el gobierno de Bachelet, CORFO por fin inició una estrategia de apoyo a la formación de clusters y de priorización de ejes productivos, la que sólo podía madurar en el largo plazo. Cabe preguntar entonces al ministro de Economía: ¿por qué desestimar esas experiencias y volver atrás?, ¿por qué no mirar cómo se hace política de desarrollo productivo en los países que ha dado saltos en su crecimiento?, ¿por qué no mirar hacia dónde va el comercio en los próximos 30 años y prepararnos para ello? Hacerse estas preguntas es pensar en el desarrollo.

Por Mauricio Becerra R.
El Ciudadano
www.elciudadano.cl

En poco más de dos semanas unas 200 mil personas han salido a las calles en distintas ciudades del país en protesta contra medidas del gobierno neoliberal de Sebastián Piñera. Si bien la movilización social dejó atónito al Gobierno y rebalsó a la oposición, recién se están armando confluencias entre ecologistas y estudiantes para ser capaces de generar un nuevo modelo de país y desarrollo. ¿Estamos ante la primavera chilena?

Sean estancieros en Coyhaique, damnificados por el terremoto en Constitución, estudiantes en Valparaíso o usuarios de cannabis en Santiago, la paciencia del ciudadano común con un modelo económico impuesto por la dictadura, perfeccionado por la Concertación y que hoy busca su consolidación con un gobierno de derecha, se agotó.

El año de gracia que la ciudadanía otorgó al gobierno de Sebastián Piñera y su promesa se cambio ya pasó. Hoy en las reuniones sociales la acostumbrada respuesta de que ‘el sistema es así’ y ‘qué le vamos a hacer’ pasó a la vieja y se escuchan más llamados a organizarse, difundir convocatorias a través de redes sociales y protestar por el abusivo cobro de las tarjetas de crédito, la mala atención en el consultorio o el maltrato animal.

Si en las protestas de hace poco el perfil de los asistentes eran de sensibilidad de izquierda, hoy la masividad aglutina a personas del más variados espectro político e ideológico. Y es que, al igual como ocurre por estos días en España o ya constató la población de Islandia, tras las penurias de muchos y la impotencia de otros está el modelo neoliberal que en las últimas décadas asaltó a mano armada a la sociedad civil.

Incluso las manipuladas encuestas dan cuenta de que el gobierno de Piñera, a sólo un año de estar en La Moneda, tiene un nivel de aceptación que apenas supera un 40 por ciento y un nivel de rechazo que se empina sobre más de la mitad de los sondeados.

El movimiento social chileno ya tiene experiencia ganada en años de una transición inconclusa. Pese a las derrotas medioambientales propinadas por todas la termoeléctricas aprobadas durante los gobiernos de la Concertación, la central Ralco, la criminalización de mapuches o las mesas de diálogo que diluyeron las demandas estudiantiles, la estrategia de dar la pelea en los espacios públicos goza de muy buena salud.

Patricio Rodrigo, de Patagonia sin Represas, considera que “todo converge en el mismo objetivo. “Es parte de la primavera que se está produciendo en Chile y por eso los ambientalistas respaldamos y adherimos a todas las manifestaciones espontáneas. Nosotros hemos puesto el tema de las represas en la agenda pública y esto da cuenta de un problema que requiere de una respuesta que va más allá del sistema actual”.

Francisco Figueroa, vicepresidente de la Fech, considera que “lo que une a estas movilizaciones son temas históricos, ya que las demandas son las mismas de la época de la Concertación”.

Por su parte, Giorgio Jackson, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc), considera que “hay tremendos puntos de unión entre ambientalistas y estudiantes. Tiene que ver en cómo nos planteamos un modelo de desarrollo del país. Aquí se hizo evidente la necesidad de un movimiento social que demanda mejoras en un sistema muy desigual, basado en el individualismo, que financia a través de la deuda las universidades y deja en grupos monopólicos las decisiones energéticas a futuro”.

Sara Larraín, de Chile Sustentable, agrega que “nosotros hemos estado totalmente abiertos a una convergencia. Estamos interesados en que los retos por una mayor democracia confluyan ya que hoy las violaciones al estado de derecho y las reglas del juego democrático por parte de la autoridad, ya sea aprobando proyectos que contaminan o reprimiendo brutalmente cualquier disidencia, han sido escandalosas en los últimos años”.

Tomás Hirsch, dirigente humanista y ex candidato presidencial de la izquierda comenta que “lo único positivo del gobierno de Piñera es que ha logrado unirnos a todos. Ha vuelto a crecer una mística conjunta que nos hace comprender que nos necesitamos todos en una gran fuerza para terminar con estos abusos”.

EL PUNTARENAZO COMO PUNTO DE PARTIDA

El estreno para las movilizaciones ciudadanas fue la multitudinaria protesta contra el alza al precio del gas protagonizada por los habitantes de Magallanes, ocasión en que una ciudad organizada logró doblarle la mano al Gobierno.

Este año también estamos ante una alianza inédita entre organizaciones de trabajadores y estudiantes. Los estudiantes agrupados en la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) han recibido el apoyo de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y el Colegio de Profesores en su lucha por la defensa de la educación pública.

Si el 28 de abril salieron 8 mil universitarios de instituciones públicas y privadas, la marcha del 12 de mayo se cuadruplicó en su capacidad de convocatoria. Se calcula que más de 50 mil estudiantes protestaron a lo largo del país. Entre medio miles de personas marcharon pacíficamente en la marcha por la despenalización del cannabis; el 1 de Mayo unas 20 mil personas participaron de la jornada por el Día Internacional de los Trabajadores; y el 13 de mayo más de 30 mil personas protestaron pacíficamente contra Hidroaysén.

Para este sábado se esperan cifras mayores en la marcha programada por la CUT y la Confech en Valparaíso. Larraín, quien fuera candidata presidencial en las elecciones de 1999, considera que “los problemas ambientales y de educación superior son la misma foto. Es el mismo modelo económico que está detrás”.

EL SORPRESIVO RECHAZO A HIDROAYSÉN

Contra todos los cálculos del oficialismo, cegado por su pirotecnia comunicacional y confiado en la mala memoria de las personas, la decisión de aprobar el proyecto Hidroaysén en la Patagonia le estalló en la cara.

Desde hace décadas que no surgía un movimiento espontáneo de rechazo a una medida gubernamental, el que generó movilizaciones en más de 20 ciudades del país. La marcha del pasado viernes 13 de mayo se cuenta entre las más concurridas de la historia reciente. Las acotadas cifras de carabineros reconocen que hubo más de 30 mil personas en las calles.

A juicio de Figueroa “convergemos hoy en que un puñado de chilenos, que son empresarios, están decidiendo el desarrollo de este país. El ejemplo más claro es el de la matriz energética, donde estos grupos económicos han sentado su riqueza sobre la ausencia de una política energética. Las decisiones fundamentales están secuestradas por un puñado de empresarios”.

Diversos sondeos indican que más del 70% de los chilenos se oponen al plan que aumenta el monopolio de los grupos eléctricos y no se compran en cuento del apagón al final de la década. El rechazo es transversal en edades, clases sociales, posiciones políticas y nivel educacional.

Para las personas hoy es más importante el medio ambiente y el cuidado de recursos naturales (que muchos ni conocen) a guarismos macroeconómicos y la eterna promesa de que vamos a ser ‘un país desarrollado’.

Figueroa advierte que lo que está en juego es un modelo de país en que “todo esta dejado a la iniciativa de los privados, que quieren lucrar con eso”.

ME GUSTAN LOS ESTUDIANTES

A mediados de esta semana representantes de la Confech y el Consejo Directivo de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, ratificaron el llamado conjunto a estudiantes y trabajadores para marchar por las calles de Valparaíso este sábado 21 de mayo, día en que el presidente Sebastián Piñera entrega en el Congreso su segunda cuenta anual.

La defensa de la educación pública aglutina a dichas organizaciones y hacen frente a la anunciada reforma a la educación superior que aspira a terminar con el Aporte Fiscal Directo dado a las universidades tradicionales y la ampliación del aporte hacia universidades privadas con fines de lucro.

El vicepresidente de la Fech señala que “el Gobierno quiere delegar a un grupo de empresarios el futuro de la educación chilena en una época en que el conocimiento es estratégico en el desarrollo. En educación no da lo mismo a qué instituciones le das plata. Es como haberles regalado el cobre a los privados en los años ‘50”.

Jackson considera que “la discusión sobre la educación superior tiene que ver con la promoción de capital humano de avanzada, que el país sea más equitativo, la democracia en el acceso al conocimiento y el alcanzar un desarrollo más armónico”.

En Chile la matrícula de educación superior llega a 987 mil estudiantes, de los cuales unos 400 mil estudian en universidades privadas con altísimos aranceles y cortapisas a las organizaciones estudiantiles.

Si bien el porcentaje del PIB chileno dado a educación es de un 7,3%, al descomponer las cifras se concluye que el 45% de dicho gasto, o sea, un 3,7%, viene del presupuesto familiar.

Figueroa espera que “como Lavín ha dicho que está de nuestro lado esperamos que el anuncio de Piñera sea un aumento sustancial de los recursos para la educación superior pública, que permitan fortalecerla y expandirla. Sólo la educación pública garantiza la formación de profesionales y ciudadanos de manera libre y responsable porque está fuera de intereses particulares”.

También espera que el anuncio establezca una “prohibición efectiva del lucro en toda la educación superior. Hoy se prohíbe nominalmente el lucro en las universidades privadas, pero se permite esto en Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales”.

AJUSTE NEOLIBERAL MAYOR

Desde octubre del 2010 que el gobierno de Piñera va a la baja en las encuestas. Si bien se sabe que una de las obsesiones del gobernante es la aplicación de estos barómetros, los medios y voces del oficialismo han comenzado a deslizar que es momento de dejar de gobernar para las mayorías y hacer los ajustes neoliberales que la Concertación no hizo.

Así lo señaló el investigador del Instituto Libertad, ligado a Renovación Nacional, Patricio Gajardo, quien dijo a medios de derecha que es ahora cuando el jefe de Estado debe hacer “un punto de inflexión” en su gobierno y que como La Moneda se atrevió a dar su apoyo explícito a HidroAysén, podría aprovechar este impulso para “tomar decisiones más difíciles que pueden generar críticas transversales”.

Los ajustes menos populares son largamente esperados por la Alianza derechista. Gajardo incluso dijo que la autoridad debe “jugársela más por temas de principios propios del sector. A demostrar que está dispuesto a plantearse de manera más audaz, sin pensar en las encuestas. Como por ejemplo, en una reforma laboral que apunte a la flexibilidad y reformas más profundas en materia económica”.

EL HORIZONTE DEL MOVIMIENTO SOCIAL

El movimiento social hoy enfrenta que la mayoría de la clase política instalada en el Parlamento coincide en que el modelo neoliberal aplicado en Chile es el adecuado y que requiere sólo cosméticas correcciones.

Además en las últimas semanas se ha visto a parlamentarios del PPD y de la DC apoyando movilizaciones ciudadanas contra proyectos o políticas que son calcadas a las gestionadas cuando ellos mismos gobernaron.

A juicio del presidente de la Feuc, “la oposición está desarticulada y no hay quien capitalice las demandas sociales porque simplemente no les creemos a la oposición. Necesitamos que hagan una autocrítica grande de lo que hicieron cuando estaban en el poder porque hoy aparecen intentando dirigir el movimiento social. Nosotros les decimos simplemente: ‘oye, no sean barsas’”.

Hirsch comenta que “no creo que la clase política tenga que dirigir ni direccionar esta fuerza social. Me hago eco del llamado de los jóvenes, creo que ellos tienen que dirigir los cambios que se necesitan y nosotros debemos sumarnos a sus propuestas”.

El dirigente de la Feuc agrega que “los partidos políticos están muy desconectados de los intereses sociales, la ciudadanía no se ve reflejada en ellos. Hoy los jóvenes estamos cuestionando la democracia, los mecanismos que han hecho que quien esté al mando del país no representa el interés de la ciudadanía”.

Larraín destaca que “hoy el nivel de conciencia de la ciudadanía y la desilusión respecto de la clase política binominal es evidente”.

Por ello es que para muchos dirigentes sociales sus demandas rebalsan la institucionalidad. Jackson cree que “la institucionalidad no está preparada. Los movimientos estudiantiles y ambientales tenemos que educar a los políticos para que se pongan las pilas y nos representen en vez de ser marionetas de los intereses de unos pocos”.

Por su parte, Rodrigo se muestra optimista en que “vamos a tener un amplio apoyo ciudadano para cambiar el modelo que ha seguido Chile en las últimas décadas por uno más participativo, que respete nuestro medio ambiente y responda a la ciudadanía”.

“La respuesta al modelo se va construyendo en la acción, en la calle. Estoy muy optimista porque vamos a seguir marchando y encontrando puntos de encuentro quienes deseamos un país mejor” – agrega Hirsch.

Rodrigo cuenta que en diciembre del 2010 convocaron a un encuentro al que llegaron 80 organizaciones. “Ahora estructuramos un consejo ciudadano que está preparando para el 2013 una agenda ciudadana que recoja temas como el acceso y la propiedad del agua, las tierras mapuches, la estabilidad de la agricultura y muchos otros. Tenemos una agenda ciudadana potente”.

El asunto plantea para Jackson la necesidad de “encontrar el modo de poder actuar como una fuerza, sin que se diluyan las demandas que cada grupo plantea. Es un desafío, pero confío en que estas crisis son oportunidades para generar una democracia más profunda”.