sábado, 24 de marzo de 2012

EL propósito de la Educación

De Jiddu Krishnamurti



No sé si alguna vez nos hemos preguntado qué significa la educación. Por qué vamos a la escuela, por qué aprendemos múltiples materias, por qué aprobamos exámenes y competimos unos con otros por lograr mejores calificaciones. ¿Qué sentido tiene toda esta llamada educación y qué es lo que implica? Es verdaderamente una pregunta muy importante, no sólo para los estudiantes sino también para los padres, para los maestros y para todos aquellos que aman esta tierra. ¿Por qué pasamos por el esfuerzo de recibir educación? ¿Es meramente con el fin de aprobar algunos exámenes y obtener un empleo? ¿O la educación tiene como función la de prepararnos, mientras somos jóvenes, para comprender el proceso total de la vida? Es necesario tener un trabajo y ganarse la propia subsistencia, ¿pero eso es todo? ¿Se nos educa solamente para eso? Por cierto que la vida no es tan sólo un empleo, una ocupación; la vida es algo extraordinariamente amplio y profundo, es un gran misterio, un reino inmenso en el que funcionamos como seres humanos. Si nos preparamos tan sólo para ganarnos la subsistencia, perderemos todo el sentido de la vida; y comprender la vida es mucho más importante que prepararnos meramente para los exámenes y volvernos muy diestros en matemática, física o lo que fuere.
Por consiguiente, tanto si somos maestros como estudiantes, ¿no es fundamental que nos preguntemos por qué educamos o se nos educa? ¿Y qué significado tiene la vida? ¿No es la vida algo extraordinario? Los pájaros, las flores, los árboles vigorosos, los cielos, las estrellas, los ríos y los peces que contienen... todo esto es la vida. La vida es el pobre y el rico; es la constante batalla entre grupos, razas y naciones; la vida es meditación; la vida es lo que llamamos religión, y es también las sutiles, ocultas cosas de la mente - las envidias, las ambiciones, las pasiones, los temores, los logros y las ansiedades. Todo esto y mucho más es la vida. Pero nosotros generalmente nos preparamos para entender un pequeño rincón de ella. Aprobamos algunos exámenes, encontramos un empleo, nos casamos, tenemos hijos, y después nos volvemos más y más como maquinas. Seguimos temerosos, ansiosos, asustados de la vida. ¿Es, pues, propósito de la educación ayudarnos a comprender el proceso total de la vida, o sólo consiste en prepararnos para una vocación, para el mejor empleo que podamos obtener?
¿Qué va a ocurrir con todos nosotros cuando crezcamos para ser hombres y mujeres? ¿Alguna vez se han preguntado que van a hacer cuando crezcan? Con toda probabilidad se casarán y, antes de que sepan dónde se encuentran, serán madres y padres; y después estarán amarrados a un empleo, o a la cocina, y allí se Irán marchitando gradualmente. ¿Es esto todo lo que va a ser la vida de ustedes? ¿Se han formulado alguna vez esta pregunta? ¿No deberían formulársela? Si pertenecen a una familia rica, puede que ya tengan asegurada una posición muy buena, que el padre de ustedes les proporcione un empleo confortable, o que tengan un casamiento adinerado; pero van a declinar, a deteriorarse. ¿Entienden?
Ciertamente, la educación no tiene sentido a menos que les ayude a comprender la vasta extensión de la vida con todas sus sutilezas, con sus dolores y sus alegrías, con su extraordinaria belleza. Podrán lograr títulos académicos, podrán tener una serie de siglas después del apellido y obtener un puesto muy bueno, pero ¿después qué? ¿Cuál es el sentido de todo esto si en el proceso la mente se embota, se fatiga, se vuelve estúpida? Por lo tanto, mientras son jóvenes, ¿no tendrían que aspirar a descubrir qué es la vida en su totalidad? ¿Y acaso no es el verdadero propósito de la educación cultivar en ustedes la inteligencia que tratará de hallar la respuesta a todos estos problemas? ¿Saben qué es la inteligencia? Es, sin duda, la capacidad de pensar libremente, sin miedo, sin fórmula alguna, de modo que puedan comenzar a descubrir por sí mismos aquello que es real, verdadero; pero si están atemorizados jamás serán inteligentes. Cualquier forma de ambición, espiritual o mundana, engendra ansiedad, temor; por lo tanto, la ambición no ayuda a producir una mente clara, sencilla, directa y, en consecuencia, inteligente.
¿Saben?, es realmente muy importante que, mientras son jóvenes, vivan en un ambiente donde no exista el temor. Casi todos nosotros, a medida que envejecemos, nos volvemos temerosos de vivir, de perder un empleo; temerosos de la tradición, de lo que pueda decir de nosotros el vecino, o nuestra esposa o marido, temerosos de la muerte. La mayoría de nosotros tiene miedo, en una forma u otra; y donde hay miedo no hay inteligencia. Y, ¿no es posible para todos nosotros, mientras somos jóvenes, estar en un ambiente donde no haya temor sino más bien una atmósfera de libertad, libertad no sólo para hacer lo que nos plazca, sino para comprender todo el proceso del vivir? La vida es realmente muy bella, no es la cosa fea en que la hemos convertido; y sólo podremos apreciar su riqueza, su profundidad, su extraordinaria belleza, cuando nos rebelemos contra todo - contra la religión organizada, contra la tradición, contra la presente sociedad corrupta - de modo que, como seres humanos, podamos descubrir por nosotros mismos lo que es verdadero. No imitar, sino descubrir, eso es la educación, ¿no es así? Es muy fácil ajustarse a lo que les dicen sus padres, sus maestros o la sociedad. Es una manera segura y cómoda de vivir; pero eso no es vivir, porque en eso hay temor, deterioro, muerte. Vivir es descubrir por uno mismo aquello que es verdadero, y uno puede hacer eso únicamente cuando hay libertad, cuando existe una constante revolución interna.
Pero a ustedes no se les alienta para que hagan esto; nadie les dice que cuestionen, que descubran por sí mismos qué es Dios, porque si se rebelaran se volverían un peligro para todo lo que es falso. Sus padres y la sociedad desean que vivan seguros, y también ustedes desean vivir sin riesgo alguno. Vivir así significa generalmente vivir en la imitación y, por tanto, en el temor. Y el sentido de la educación es, ciertamente, el de ayudarnos a cada uno de nosotros a que vivamos libremente y sin temor. Y para crear una atmósfera en la que no exista el temor, se requiere de muchísima reflexión, tanto de parte de ustedes como del maestro, del educador.
¿Saben lo que esto significa, lo extraordinario que sería crear una atmósfera carente de temor? Y tenemos que crearla, porque vemos que el mundo está atrapado en guerras interminables; lo conducen los políticos, que siempre están en busca del poder; es un mundo de abogados, policías y soldados, un mundo de personas ambiciosas, hombres y mujeres, todas anhelando posición y luchando unas contra otras para conseguirla. Después están los que se titulan santos, los gurús religiosos con sus seguidores; también ellos desean poder, posición, prestigio, aquí o en la próxima vida. Es un mundo insensato, completamente confundido, donde el comunista lucha contra el capitalista, el socialista resiste a ambos, y cada cual está en contra de alguien, luchando para llegar a un sitio seguro, a una posición de poder o de bienestar material. El mundo está desgarrado por creencias en conflicto, por diferencias de clase o de casta, por nacionalidades separativas, por todas las formas de estupidez y crueldad - y éste es el mundo en que se los educa para que encajen en él. Se los estimula para que encajen en la estructura de esta sociedad desastrosa; sus padres desean que hagan eso, y también ustedes desean encajar en esta estructura.
Ahora bien, el propósito de la educación, ¿es ayudarles meramente a que se ajusten al patrón de este corrupto orden social, o su función es la de darles libertad - completa libertad para crecer y crear una sociedad diferente, un mundo nuevo? Necesitamos tener esta libertad, no en el futuro sino ahora, o de lo contrario podemos ser todos destruidos. Tenemos que crear inmediatamente una atmósfera de libertad para que puedan ustedes vivir y descubrir por sí mismos aquello que es verdadero, para que lleguen a ser inteligentes y tengan la capacidad de enfrentarse al mundo y comprenderlo, no simplemente ajustarse a él; para que en lo interno, en lo psicológico, en lo profundo, se encuentren en constante estado de rebelión; porque son sólo los que se rebelan constantemente los que descubren lo verdadero, no el hombre que se amolda, que sigue alguna tradición. Sólo cuando uno está constantemente inquiriendo, observando, aprendiendo, encuentra a Dios, la verdad o el amor; y ustedes no pueden inquirir, observar, aprender, no pueden estar profundamente alertas si tienen miedo. No hay duda, entonces, de que el propósito de la educación es el de erradicar, tanto interna como externamente, este miedo que destruye el pensamiento humano, la relación humana y el amor.
Interlocutor: Si todos los individuos se debelaran, ¿no cree usted que habría caos en el mundo?
Krishnamurti: Primero escuche bien la pregunta, porque es muy importante comprender la pregunta y no esperar meramente una respuesta. La pregunta es: Si todos los individuos se rebelaran, ¿no caería el mundo en el caos? ¿Pero es que la sociedad actual se encuentra en un orden tan perfecto, que el caos sobrevendría si todos se rebelaran contra ella? ¿No hay caos ahora? ¿Acaso todo es bello, incorrupto? ¿Están todos viviendo plenamente, en la felicidad, en la abundancia? ¿No está el hombre en lucha contra el hombre? ¿No hay ambición, competencia despiadada? Por lo tanto, el mundo está ya en caos, eso es lo primero que hay que entender. No dé por sentado que ésta es una sociedad ordenada, no se hipnotice a sí mismo con las palabras. Ya sea aquí, en Europa, en América o Rusia, el mundo está en un proceso de deterioro. Si vemos el deterioro nos encontramos ante un reto; el reto consiste en encontrar un modo de resolver este problema tan urgente. Y es importante cómo respondemos al reto, ¿no es así? Si respondemos como hindúes, o budistas, o cristianos, o comunistas, entonces nuestra respuesta es muy limitada - o sea, que no es respuesta en absoluto. Uno puede responder plenamente sólo si no tiene miedo, si no piensa como hindú, como comunista o capitalista, sino como un ser humano total que está tratando de resolver este problema; y no puede resolverlo a menos que uno mismo se rebele contra toda la cosa, contra el instinto adquisitivo en que se basa esta sociedad. Cuando uno mismo no es ambicioso ni codicioso, ni se aferra a la propia seguridad, sólo entonces puede responder al reto y crear un mundo nuevo.
Interlocutor: El rebelarse, el aprender, el amar, ¿están estos tres procesos separados, o son simultáneos?
Krishnamurti: Por supuesto que no son tres procesos separados; se trata de un proceso unitario. Vea, es muy importante descubrir qué implica la pregunta. Esta pregunta se basa en la teoría, no en la experiencia; es meramente verbal, intelectual y, por ende, carece de validez. Un hombre que no tiene miedo, que en verdad se rebela, que se empeña en descubrir qué significa aprender, amar, un hombre así no pregunta si éste es un solo proceso o si son tres. Somos muy ingeniosos con las palabras, y creemos que al ofrecer explicaciones hemos resuelto el problema.
¿Sabe usted lo que significa aprender? Cuando uno está realmente aprendiendo, aprende a lo largo de toda su vida, y no hay un maestro especial del cual aprender. Entonces todo es enseñanza para uno - una hoja muerta, un pájaro en vuelo, un perfume, una lágrima, el rico y el pobre, la sonrisa de una mujer, la arrogancia de un hombre. Uno aprende de todas las cosas; por lo tanto, no hay guía alguna, ni filósofo, ni gurú. La vida misma es nuestro maestro, y nos hallamos en un estado de constante aprender.
Interlocutor: Es cierto que la sociedad se basa en la codicia y en la ambición, pero si no tuviéramos ambición, ¿no decaeríamos?
Krishnamurti: Esta es una pregunta realmente muy importante y requiere gran atención.
¿Saben qué es la atención? Descubrámoslo. Cuando en una clase alguno de ustedes mira fijamente hacia afuera por la ventana, o le tira del pelo a otro, el maestro le dice que preste atención. ¿Qué significa eso? Que uno no se interesa en lo que está estudiando, y entonces el maestro lo obliga a poner atención - la cual no es atención en absoluto. La atención viene cuando estamos profundamente interesados en algo, porque entonces queremos descubrirlo todo al respecto; entonces toda nuestra mente, todo nuestro ser está en eso. De igual manera, en el momento en que vemos que esta pregunta - “si no tuviéramos ambición, ¿no decaeríamos?” - es realmente muy importante, estamos interesados en ella y queremos descubrir la verdad que encierra.
Ahora bien, el hombre ambicioso, ¿no se está destruyendo a sí mismo? Eso es lo primero que tenemos que descubrir, no preguntar si la ambición es buena o mala. Miren alrededor de ustedes, observen a todas las personas que son ambiciosas. ¿Qué ocurre cuando uno es ambicioso? Está siempre pensando en sí mismo, ¿no es cierto? Es cruel, hace a un lado a otra gente, porque está tratando de realizar su ambición, está tratando de convertirse en un gran hombre, y así crea en la sociedad el conflicto entre los que tienen éxito y los que quedan rezagados. Existe una batalla constante entre uno mismo y los otros que también van detrás de lo que uno desea. Y, ¿produce este conflicto un vivir creativo? ¿Comprende, o esto es demasiado difícil?
¿Es usted ambicioso cuando quiere hacer algo por el propio gusto de hacerlo? Cuando uno hace algo con todo su ser, no porque quiera llegar a alguna parte, u obtener más provecho o mayores resultados, sino simplemente porque ama lo que hace, en eso no hay ambición, ¿verdad? En eso no hay competencia; uno no está luchando con nadie por el primer lugar. ¿Y acaso la educación no debería ayudarles a descubrir lo que realmente aman y quieren hacer, de modo que desde el principio y hasta el final de sus vidas estén trabajando en algo que sienten que vale la pena y que para ustedes tiene una profunda significación? De lo contrario, serán desdichados por el resto de sus días. Al no saber lo que realmente queremos hacer, nuestra mente cae en una rutina en la que sólo hay aburrimiento, deterioro y muerte. Por eso es muy importante descubrir, mientras somos jóvenes, lo que verdaderamente amamos, y éste es el único modo de crear una nueva sociedad.
Interlocutor: En la India, como en la mayoría de los otros países, la educación es controlada por el gobierno. Bajo tales circunstancias, ¿es posible emprender un experimento como el que usted describe?
Krishnamurti: Si no hubiera ayuda del gobierno, ¿podrá sobrevivir una escuela de esta clase? Eso es lo que este caballero esta preguntando. El ve que todo el mundo está cayendo más y más bajo el control de los gobiernos, de los políticos, de las personas que tienen autoridad y desean moldear nuestras mentes y nuestros corazones para que pensemos de un modo determinado. Ya sea en Rusia o en cualquier otro país, la tendencia es hacia el control gubernamental de la educación; y este caballero pregunta si es posible que una escuela de la clase a que me refiero, exista sin la ayuda del gobierno.
Bien, ¿qué dice usted? Vea, si uno piensa que algo es importante, que realmente vale la pena, entregará a ello su corazón sin tener en cuenta a los gobiernos ni a los edictos de la sociedad - y entonces tendrá éxito. Pero casi ninguno de nosotros entrega su corazón a nada, y es por eso que formulamos esta clase de preguntas. Si usted y yo sentimos vitalmente que podemos dar origen a un mundo nuevo, si cada uno de nosotros está en completa rebelión interna, psicológica, espiritual, entonces entregaremos nuestros corazones, nuestras mentes, nuestros cuerpos, para crear una escuela donde no exista una cosa como el temor con todas sus implicaciones.
Señor, cualquier cosa verdaderamente revolucionaria es creada por unos pocos que ven lo que es verdadero y están dispuestos a vivir de acuerdo con esa verdad; pero a fin de descubrir lo verdadero, tenemos que estar libres de la tradición - lo que significa estar libres de todos los temores.

martes, 27 de diciembre de 2011

Cristianismo y Budismo

Basado en el El Anticristo de Friedrich Nietzsche.

He nacido en un lugar del planeta mayoritariamente cristiano, palabra que deriva de Cristo; por tanto la única religión que puedo criticar y posteriormente condenar es al Cristianismo, pero con ello no quiero cometer una injusticia con una religión afín, que me causa una profunda curiosidad y hasta cuenta con mayor número de fieles en el mundo: me refiero al Budismo. El Cristianismo y el Budismo están realmente muy emparentados como religiones nihilistas (sobre todo el cristianismo ya que evade el desafío de encontrar sentido en la vida terrenal, y que en vez de eso crea una proyección espiritual donde la mortalidad y el sufrimiento son suprimidos en vez de transcendidos), son religiones de la decadencia; y sin embargo, están diferenciados entre sí del modo más singular. Por el hecho de que ahora sea posible compararlos, el crítico del Cristianismo está profundamente agradecido a los eruditos hindúes. El Budismo es cien veces más realista y aterrizado que el Cristianismo; ha heredado el planteo objetivo y frío de los problemas, y es posterior a un movimiento filosófico multisecular; y al advenir éste, el concepto de Dios ya se había superado. El Budismo es la única religión, dentro de aquellas religiones masivas y conocidas (ya que muchas religiones y creencias ya han desaparecido), verdaderamente positivista en la historia, aun en su teoría del conocimiento (un estricto fenomenalismo); ya no proclama la “lucha contra el pecado” sino reconociendo plenamente los derechos de la realidad, “la lucha contra el sufrimiento”. Lo que lo distingue radicalmente del Cristianismo es el haber superado y dejado tras de sí, el autoengaño de los conceptos morales, hallándose, según mi terminología, más allá del bien y del mal. Los dos hechos fisiológicos sobre los que descansa y que tiene presentes son: primero, una excitación morbosa excesiva, que se traduce en una sensibilidad refinada al dolor; y segundo, una hiper-espiritualización, un desenvolvimiento excesivamente prolongado, apelando a conceptos y procedimientos lógicos, donde el instinto de la persona ha sufrido un menoscabo en beneficio de lo “impersonal”. Estas condiciones fisiológicas han dado origen a una depresión contra la que procede Buda valiéndose de medidas higiénicas. Para combatirla preescribe la vida al aire libre, la existencia transhumante, una dieta frugal y seleccionada, la prevención contra todas las bebidas espirituosas. Asimismo contra todos los afectos que “hacen espesa la sangre”; también una vida sin preocupaciones, ya sea por sí mismo o por los otros. Preescribe representaciones apacibles y alegres y inventa medios de ahuyentar las que no convienen. Entiende la bondad, la jovialidad, como factor que promueve la salud. Desecha la oración, lo mismo que el ascetismo; nada de imperativos categóricos, nada de obligaciones, ni aun dentro de la comunidad monástica (que puede abandonarse), porque todo esto serviría para aumentar esa sensibilidad excesiva. Por esto Buda se abstiene de predicar la lucha contra los que piensan de otra manera; su doctrina nada repudia tan categóricamente como el afán vindicativo, la antipatía, el resentimiento (“no es por la enemistad como se pone fin a la enemistad”, tal es el conmovedor estribillo del Budismo…). Y con razón, precisamente estos afectos serían en todo sentido perniciosos con respecto al propósito dietético primordial. El cansancio mental en el que se encuentra Buda y que se traduce en una “objetividad” excesiva (esto es, en un debilitamiento del interés individual, en una pérdida de gravedad, del “egoísmo”), lo combate remitiéndose aun a los intereses más espirituales, y más estrictamente a la persona. En la doctrina de Buda, el egoísmo está promovido como deber; la máxima: “cómo te libras tú del sufrimiento” regula toda la dieta mental (es permitido, acaso, trazar un paralelo con Sócrates, aquel ateniense que a su vez declaró la guerra al “espíritu científico” puro, y que promovió el egoísmo personal al reino de los problemas, y a la categoría de moral).

lunes, 28 de noviembre de 2011

Gratuidad de la educación superior: una política regresiva

Los elevados niveles de desigualdad de nuestro país han generado un acuerdo implícito respecto de que no es adecuado que todos los programas sociales tengan un carácter universal, debiendo privilegiarse a los más desprotegidos y eventualmente también a los sectores medios emergentes. Sin embargo, últimamente esta idea ha sido desafiada, particularmente en el ámbito de la educación superior, surgiendo voces que postulan la conveniencia de la gratuidad para todos.

En estas breves notas revisamos estos argumentos, llegando a la conclusión de que, a nuestro entender, la "sabiduría popular" contenida en la idea de que la gratuidad de la educación superior es regresiva no está equivocada.

Es cierto que el gasto en educación superior representa una mayor proporción del ingreso en los hogares de menores ingresos, por lo que podría plantearse que una política de gratuidad los beneficiaría en mayor medida. De hecho, si ésta se llevara a cabo y, suponiendo que estudian los mismos que hoy estudian, el Gini de la distribución del ingreso pasaría de ser 0,536 a 0,533, es decir, mejoraría algo.

Pero esta política tendría un costo de casi 150.000 millones de pesos mensuales, por lo que no cambiaría sólo el Gini, sino que también el balance fiscal. Y, como sabemos, todo análisis de política debe considerar los posibles usos alternativos de los fondos.

Imaginemos, ahora, que se da educación gratuita, pero sólo para los estudiantes de los tres quintiles de menores ingresos. En este caso, el Gini se reduciría a 0,527, es decir 0,9 puntos más abajo que la situación original y 0,6 puntos más abajo que la gratuidad a todos, y esto a un costo de casi 55.000 millones de pesos mensuales, es decir, 63% inferior. Como vemos, esta política es considerablemente menos regresiva y más barata que la de hacer gratuita la educación superior para todos.

¿Y qué sucedería si la política de gratuidad para todos se financiara mediante la aplicación de impuestos fuertemente progresivos? Suponiendo el caso extremo en que todo el costo de la política recayera, mediante un impuesto fijo, en el 10% más rico de la población, el Gini pasaría a ser 0,517, bastante menor que los de los escenarios anteriores. Pero esto se debe mayormente al "nuevo impuesto" y no a la política. De hecho, si mantenemos este impuesto, pero damos gratuidad sólo para el 60% más pobre y redistribuimos entre éstos mismos el dinero que sobra (la gratuidad parcial es más barata que la total), el Gini sería de 0,487, por lejos el menor de todos los escenarios que hemos visto.

En suma, para evaluar si tener educación superior gratuita para todos es una política regresiva es indispensable tener en cuenta respecto de qué, y estos ejercicios muestran que existen políticas que a menor o igual costo resultan mucho más equitativas.

Para terminar, es importante comprender qué es lo que hay tras el desigual acceso a la educación superior. Según la Casen, los jóvenes del decil más pobre que no asisten a la educación superior no lo hacen principalmente porque trabajan (18%), ayudan en su casa (5%), son padres o madres (14%), porque dicen que no les interesa, creen que a esta edad ya no sirve estudiar o no conocen la manera para completar sus estudios (11%), o porque ya terminaron de estudiar o preparan la PSU (26%). Un 17%, menos de un quinto, dice no estudiar por motivos económicos. Así, no bastaría con que la educación superior fuera gratis para que todos ellos efectivamente asistieran, pues en parte importante de los casos, el hecho de que los jóvenes más pobres no estudien tiene que ver con que a esas alturas de la vida ya acarrean varias desventajas. A nuestro modo de ver, es ahí, y no a la educación superior de los que pueden pagar, adonde deben dirigirse con fuerza los recursos.

Autores: Harald Beyer y Loreto Cox
Columna obtenida de CEP (centro de estudios públicos)
http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_4870.html

viernes, 18 de noviembre de 2011

Máxima indignación en Harvard: Los alumnos de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard exigen nuevas perspectivas académicas



Un un hecho insólito, digno de ser incluido en la saga de “Aunque usted no lo crea”de Ripley, el pasado 02.11.2011, un grupo de estudiantes de economía tomó la decisión de retirarse en bloque de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, en protesta por el contenido y el enfoque desde el cual se imparte esta materia.
¿Qué hay de asombroso en este hecho?. En primera lugar, la protesta tuvo como destinatario directo al conocido economista Gregory Mankiw, ex asesor del Presidente George W. Bush y autor de uno de los manuales de macroeconomía más utilizado en las escuelas de economía dentro y fuera de Estados unidos. En segundo lugar, porque de acuerdo a la carta entregada por los/as estudiantes antes de retirarse de la cátedra, el motivo de la protesta fue su indignación por lo que consideran el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica. Y en tercer lugar, se trata de un hecho insólito, porque los integrantes del movimiento estudiantil detrás de este hecho de indignación académica en contra del pensamiento único neoclásico, pertenecen a la élite económica, social y política de los Estados Unidos, que se forma en la Universidad de Harvard para dirigir las corporaciones empresariales globales y/o para asesorar a los gobiernos en materia de políticas económicas y financieras.
En diversos párrafos de la carta al profesor Mankiw se lee: “hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana ..(…) ..Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello”. La carta concluye: “No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street) . Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio”.
Según reportan los escasos medios de comunicación que le dieron cobertura a esta protesta, el movimiento de los estudiantes de Harvard a favor de una economía crítica, se ha ampliado y ha incorporado otras demandas para hacer de Harvard una “universidad socialmente responsable”. Una de éstas consiste en la negociación de contratos de trabajo más dignos para el personal de servicios de la universidad que sufre las políticas de flexibilización laboral que tanto daño le han ocasionado a la clase trabajadora norteamericana. Movimientos similares han comenzado a surgir en la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y en la Universidad de Berkeley (California)
El movimiento iniciado en Harvard por un cambio en el enfoque dominante de la enseñanza de la economía no es nuevo. Más bien es un movimiento que viene a sumarse a la iniciativa por un cambio en la enseñanza de esta disciplina que iniciaron en mayo de 2000 los y las estudiantes de las universidades francesas y que meses después recibió el apoyo de estudiantes de Cambridge, Inglaterra.
En ese entonces, también el movimiento estudiantil francés hizo pública una carta declarándose globalmente descontento por la enseñanza recibida, que les impedía lograr una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales las personas se enfrentan en el mundo real. Un pasaje de esta carta señalaba que “ la mayor parte de nosotros ha escogido la formación económica con el fin de adquirir una comprensión profunda de los fenómenos económicos a los cuales el ciudadano de hoy en día se encuentra confrontado. Ahora bien, la enseñanza tal como es expuesta –es decir en la mayor parte de los casos la teoría neoclásica o enfoques derivados –, generalmente no responde a esta expectativa”. La carta finalizaba con un exhortación al profesorado francés similar al mensaje enviado al profesor Mankiw: ¡Despiértense antes de que sea demasiado tarde!.
Hace casi 200 años, John Stuart Mill al asumir como Rector de la Universidad de Saint Andrew, recordaba al claustro de profesores de dicha universidad, que la función de las universidades no es hacer que los estudiantes aprendan a repetir lo que se les enseña como verdadero sino que su función es formar personas con capacidad de pensar por si mismas. De acuerdo a este gran economista y filosofo, las universidades deben enseñarles a las personas a “Poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla……. El objetivo de la universidad no es enseñar el conocimiento requerido para que los estudiantes puedan ganarse el sustento de una manera particular. Su objetivo no es formar abogados ó médicos ó ingenieros (ó economistas) hábiles, sino seres humanos capaces y sensatos……. Los estudiantes son seres humanos antes de ser abogados, médicos, comerciantes o industriales; y sí se les forma como seres humanos capaces y sensatos, serán por sí mismos médicos y abogados (y economistas) capaces y sensatos”.
Es obvio que la incapacidad de las universidades actuales de formar economistas críticos y sensatos no responde únicamente a posturas personales e ideológicas de docentes y/o autoridades universitarias, sino más bien responde a factores relacionados con el rol que las universidades cumplen en la reproducción de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista en su fase neoliberal. Probablemente uno de los principales factores explicativos de la crisis en la enseñanza de una economía crítica e integral, es la pérdida de la identidad e independencia de las universidades debido a que han sido capturadas por los intereses de las corporaciones y/o por la demanda del mercado. Se les ha presionado directa (o indirectamente) a convertirse en empresas educativas con la misión de formar a los dos tipos básicos de economistas que demanda el mercado en la fase actual del capitalismo: economistas especialistas altamente calificados/as y economistas generalistas poco calificados/as para apoyar a especialistas o para desempeñarse en funciones gerenciales. Esto a su vez ha conducido a una especie de fragmentación del conocimiento y a la ausencia de pensamiento crítico. ¿El resultado final? Economistas formados para adaptarse y/o colaborar con el status quo que mantiene a la mayor parte de la humanidad en la exclusión y la pobreza.
El mensaje que desde Harvard envían los y las estudiantes de economía, no debería pasar desapercibido por las escuelas de economía del mundo entero, en particular por las escuelas de economía de los países del sur. Es tiempo de rectificar el rumbo (si se ha perdido en algún momento). Es tiempo de separar la verdadera función universitaria de la función de formación técnica superior, y sobre todo, es tiempo de devolverle a la enseñanza de la economía el carácter crítico, riguroso e integral que tanta falta hace en los momentos actuales de crisis sistémica que ha provocado el sistema capitalista.
Si no actuamos ahora, con hechos y no con meros discursos, las escuelas de economía (y quienes trabajamos en ellas) estamos en riesgo de correr – más tarde o más temprano- con la misma suerte del desafortunado profesor Mankiw.

StarViewerTeam International 2011

Ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Autora:
Julia Evelyn Martínez

jueves, 17 de noviembre de 2011

Carta abierta al Sr. Andrés Benítez




Señor
Andrés Benítez
Rector
Universidad Adolfo Ibáñez
PRESENTE

Señor Andrés Benítez:

El domingo 13 de noviembre, en un programa televisivo de reconocido prestigio, usted definió a la Universidad de Playa Ancha como de “malos alumnos”. Como profesional formado en esta institución desde mis diecinueve años y luego como docente en ella durante casi treinta años, no pude menos que sentir frustración por no poder responderle.

Pero esa es una emoción, señor Benítez, como supongo que sus juicios fueron también emocionales, toda vez que no hay explicación para descalificar a un ausente a través de las cámaras y ante todo el país. Mucho menos debe hacerlo un académico, de quien se espera vista los ropajes de la reflexión y el respeto al prójimo.

Sus palabras, señor Benítez, no sólo afectan a una institución muy antigua y de orgulloso origen: la Universidad de Chile. Esta institución que usted descalifica, la Universidad de Playa Ancha, y a la que pertenezco, quizás no amerita los niveles que usted cree deben definir a una universidad, porque no investigamos tanto como exige el actual sistema crediticio. No obstante, hay evidencias formales de más de cincuenta años de producción intelectual de mis colegas en todas las bibliotecas del país y del extranjero bajo la forma de investigaciones varias, artículos y libros. Es cierto que no tenemos aún las cifras de producción que los actuales parámetros exigen a las universidades estatales, que no a las privadas. Quizás esto se deba a que los docentes de esta institución deben impartir a veces hasta seis cursos por semestre, atender numerosos requerimientos académicos y de desempeño administrativo, escribir artículos, esforzarse por investigar y realizar extensión en una universidad caracterizada por el drama de miles de alumnos que carecen de los más básicos requisitos para el ejercicio académico. Estos estudiantes no se alimentan debidamente, provienen de regiones lejanas, de familias separadas cuyos adultos se desempeñan en trabajos míseros o simplemente son cesantes. Alumnos que viven agrupados en casas pobres de Valparaíso, compartiendo sus gastos, el frío y el pan. No tienen libros ni dinero para comprarlos, no tienen dinero para movilizarse y muchos deben trabajar en labores menores en los cuales se los explota por salarios oprobiosos. Por ello, muchos reprueban en ocasiones, pero bajo ningún punto de vista ello amerita que se los califique de “malos”. Sólo son pobres.

Estos alumnos, sin embargo, son el centro de nuestros esfuerzos. A ellos no sólo esta universidad los provee de una profesión, sino que les devuelve la confianza en sí mismos y en la comunidad. Restituye en estos jóvenes el deseo de participación en un sistema social que les ha sido hostil, insuflando en ellos el capital simbólico de quien desea constituirse en agente de cambio de su país. Su comprensible rebeldía –dada su condición de jóvenes y pobres- toma la forma de hombres y mujeres jóvenes que se incorporan a la sociedad para compartir –no para ganar- a través de la solidaridad y el conocimiento. No son simples trabajadores que por la vía de un título universitario responderán al manido recurso de una movilidad social que, irónicamente, los endeudará de por vida. Son ciudadanos que poseen tres rasgos que unidos son peligrosos para una sociedad que los quiere dulces y útiles: conocimiento, inconformidad y valentía. Eso no los hace “malos”, señor Benítez. A nuestros ojos -y según parece confirmarlo las decenas de miles de chilenos que han salido a las calles en estos meses- es lo mejor que puede pasar a un ser humano.

Atte.,
Prof. Norberto Flores C. (Ph. D.)
Presidente
Asociación de Académicos
Universidad de Playa Ancha

Declaración Pública Contra la Discriminación por parte de Andrés Benítez (Rector Universidad Adolfo Ibáñez)
De Mesa Ejecutiva Upla


A raíz de las desafortunadas declaraciones realizadas por el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, Andrés Benítez, la Mesa Ejecutiva de la Universidad de Playa Ancha declara lo siguiente:
son una verdadera falta de respeto a los estudiantes de la UPLA las graves declaraciones efectuadas por esta autoridad, llenas de prejuicios, desinformación, descalificación y por sobre todo discriminación, catalogándonos como malos alumnos entre otros insultos, desprestigiando a los jóvenes que con esfuerzo, que corresponden en su mayoría a los estudiantes universitarios más pobres de Chile y que mantienen una lucha constante por salir adelante, contra la adversidad a la que nos obliga enfrentarnos este sistema privado de educación en el que el Estado se ha hecho el desentendido a lo largo de todos los Gobiernos partiendo de la dictadura, desligándose de su rol garante con sus universidades.
Hoy en día si la Universidad de Playa Ancha se mantiene movilizada es porque queremos clases, pero estas deben ser de calidad como cualquier estudiante de chile merece, debe ser democrática, que garantice un impacto positivo en la sociedad ya que a pesar de que se nos catalogue como irresponsables, nos damos cuenta que tenemos el deber de intervenir en nuestro alrededor y para ello requerimos que la democratización de todos los espacios sea una realidad, debemos contribuir al crecimiento de nuestro entorno entregándole nuestros conocimientos y hacer de esta una sociedad más justa y libre porque ese debe ser el objetivo de una universidad pública.
Hacemos un llamado a las demás universidades a que no bajen sus brazos y sigamos adelante en la lucha que si bien empezamos con objetivos más cortoplacistas e internos este año, como la escases de profesores, mejoras en la infraestructura y unas cuantas rebajas en aranceles, ya nos dimos cuenta que esto va mas allá y tenemos un país y un continente completo de nuestro lado con esta demanda, es por esto que debemos marchar todos juntos este jueves 24 de noviembre por la recuperación de la educación pública y por la educación gratuita, sin becas ni céditos sino que garantizada por el estado dejando atrás ese rol subsidiario que ha ido en desmedro de los sectores mas pobres del país.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Fundaciones Comunitarias en Canadá

Y la posibilidad de desarrollar esta iniciativa en Chile.

lunes, 22 de agosto de 2011

GRATIS Y DE BUENA CALIDAD

En un país dominado políticamente por las ideas de derecha, las demandas sociales son descalificadas o consideradas imposibles por quienes están instalados en el Gobierno y en el Parlamento pese a sus bajísimos niveles de respaldo popular. Situación tan bien expresada en las últimas encuestas y ese 40 por ciento de mayores de edad no inscritos en los registros electorales y desencantados por un sistema que restringe severamente los derechos ciudadanos. Los dirigentes que fueron adictos a la Dictadura, junto a los que después sacralizaron la herencia pinochetista en más de dos décadas de gobierno, se oponen o advierten la dificultad de implementar los cambios exigidos por los actores educacionales, los medioambientalistas, los auténticos líderes sindicales y ese sinfín de organizaciones que representan a los millones de indignados chilenos que, además, se saben estafados por el sistema financiero, las multitiendas, como las administradoras privadas de salud y de servicios básicos.

Es así como la autodenominada clase política se opone tenazmente a la gratuidad de la educación pública, pese a que en el pasado fue considerada una gran conquista social y un factor determinante en los objetivos de crecimiento, justicia social y consolidación republicana, pero cuya institucionalidad fuera acribillada, en 1973, por la asonada militar más violenta y criminal de nuestra historia. Es decir, cuando la oligarquía sintió que la democracia pondría fin a sus privilegios y abusos y se propuso recuperarlos en el ejercicio prolongado de una Dictadura, que apeló al terrorismo de estado y a una estrategia económica que ha acabado por convertir a nuestro país en uno de los más desiguales de la Tierra.

En la contrarreforma impuesta durante el autoritarismo y el post pinochetismo se acabó con la educación igualitaria y se decidió convertirla en un lucrativo negocio privado. De esta forma, es que el Estado renunció a su papel tutelar y el país se pobló de de establecimientos educacionales y universidades en que el lucro perseguido por los nuevos patrones de la educación rebajó notablemente los niveles de la enseñanza, llevando a una postración todavía peor a los establecimientos fiscales primarios y secundarios. Aunque en la Educación Superior la excelencia de algunos planteles estatales todavía supera a la de aquellas entidades que en la práctica sólo comercian con títulos profesionales y especulan hasta la indecencia de los recursos públicos recaudados por las becas y el usurero crédito con aval de estado otorgado a sus alumnos. Planteles, sin duda, que no se someten a acreditación, carecen de carrera académica y los procesos de admisión sólo son rdegulados por la capacidad de pago de los postulantes.

En el deterioro comprobado de los niveles de instrucción, la especulación escandalosa respecto de un derecho universalmente reconocido, el pavoroso esfuerzo y endeudamiento de las familias para hacer frente a la educación, es donde se funda la decisión de maestros, estudiantes padres y apoderados por reclamar del Estado la revitalización de sus colegios y universidades , la gratuidad de tan fundamental derecho y la buena calidad del mismo. No se trata solamente de demandar del fisco mayores recursos y acciones para mejorar la formación de los profesores o la infraestructura de los establecimientos; la masiva demanda social debe mantener y acrecentar presión hasta lograr que todos los niños y jóvenes dejen de ser discriminados por la educación desigual y accedan sin costo a todos los niveles de instrucción.

Es lo que sucedía en Chile cuando éramos mucho más pobres y con carencias más severas que las actuales. Es lo que acontece hoy en países más ricos o, incluso, con menos recursos que el nuestro, pero que son reconocidos como ejemplo por el buen nivel cultural de sus pueblos. Naciones en que, por lo demás, la salud es también gratuita y al alcance de todos, cuanto que el erario público subvenciona el transporte y los servicios básicos para garantizar su acceso igualitario a toda la población.

Lo que también podría ser una realidad en este país si se emprenden otros cometidos hoy desestimados por la ideología oficial y los políticos seducidos todavía por las fracasadas directrices neoliberales. Nos referimos a una reforma tributaria que limite las groseras utilidades de las empresas o la recuperación de nuestros yacimientos estatizados algún día por la unanimidad del Congreso Nacional. Porque nuestras multimillonarias reservas en el extranjero perfectamente podrían financiar con creces las necesidades urgentes de la educación, la reconstrucción y, por supuesto, inversiones que generen trabajo digno y sostenido, pero ¿cuánto más podríamos lograr si las transnacionales devolvieran los yacimientos, el usufructo de las aguas, de los servicios energéticos o, al menos, pagaran impuestos que no agredan nuestra pretendida soberanía y dignidad política.

Debiera ser un imperativo ideológico, además, terminar con las diferencias entre estudiantes pobres o ricos. Lo saludable es que unos y otros accedan a los mismos derechos, dado que ya sus padres tributan más o menos según sus ingresos, y pagan sus impuestos al Estado sin remilgos cuando saben que éste recauda para ofrecer servicios eficientes para toda la población. Es lo que ocurre en Finlandia, Suecia y tantos otros países en que las escuelas, las universidades, los hospitales, los medios de comunicación, la movilización colectiva, las manifestaciones de la cultura, del arte y del deporte son asequibles a todos. Y la educación privada o las clínicas particulares pueden existir libremente pero muy difícilmente alcanzan niveles superiores a la oferta pública e igualitaria.

Reformas que nuestro país puede y debe emprender en el propósito, además, de acabar con las flagrantes desigualdades en el ingreso de las personas y las familias, donde el elevado ingreso per cápita del país es alcanzado por una ínfima minoría de los trabajadores. Si es que los sectores realmente progresistas y humanistas asumen la idea de que la concentración económica es un delito social y las enormes brechas del salario una provocación a la sana convivencia. Si es que se asume que todos somos sujetos de los mismos derechos, como que los ideales republicanos y la práctica democrática no pueden alcanzarse sin ciudadanos cultos e informados. Así como la paz nunca será alcanzada con la represión policial y con este desprecio tan grosero que hoy la política manifiesta contra las aspiraciones expresadas multitudinariamente.

Extraído de www.radio.uchile.cl
Columna de Juan Carlos Cárdenas