Causa del Pueblo


La Causa del Pueblo.

A lo largo de la historia universal muchos han hablado de comprometerse con la causa del Pueblo, pero en la realidad muy pocos lo han hecho. El compromiso implica muchos sacrificios personales de tipo familiar, laboral y económico. Es muy sencillo dialogar o escribir de compromiso, pero es muy difícil llevarlo a cabo. En el caso de asumir la noble tarea de trabajar por una idea tan incierta como intangible, como lo es la causa del Pueblo, es fácil encontrar a muchos hablando de su gran amor por el Pueblo, pero no haciendo nada en la práctica. Por este motivo es que definiré lo que yo entiendo por la Causa del Pueblo.
Primero se debe entender a qué se refiere cuando se habla de causa y de pueblo. Una causa es un conjunto de objetivos, metas que se desean alcanzar. Una causa puede ser individual o colectiva. Mi causa personal es formar una familia que funcione como un equipo en donde cada miembro ayuda a los demás para que entre todos alcancemos el objetivo por excelencia: la Felicidad. Sin embargo, a poco andar uno puede observar que un objetivo individual pasa a ser colectivo muy rápidamente. ¿Cómo puedo ser feliz si muchos otros sufren o son víctimas de injusticia y exclusión? ¿Quién puede estar sereno en un lugar donde no se garanticen los derechos básicos? Es en ese momento, cuando la causa personal se transforma en una causa grupal, es en ese preciso instante en donde el objetivo de construir una familia para ser felices se convierte en una familia para construir una sociedad mejor, una sociedad en donde cada miembro pueda tener las herramientas para construir su propio camino hacia la Felicidad, y es allí donde nace el concepto de Pueblo y su causa. La causa del Pueblo no es más que la búsqueda de la Felicidad por parte de cada ser humano en la Tierra. No existen pueblos, lo que existe es el Pueblo. La división territorial del planeta en países y naciones no es más que una estrategia de las clases mundialmente dominantes para repartirse el poder y las riquezas por regiones y obviamente para generar identidades nacionalistas infundadas y división demográfica (bajo el conocido eslogan “divide y vencerás”). Sin embargo, si uno tiene la suerte de viajar alrededor del mundo es fácil darse cuenta que los estudiantes, los obreros, los profesionales y los campesinos tienen situaciones de vida muy similares.
La clase dominante se ha empeñado en hacernos creer que la Felicidad es pertenecer a su grupo, es por esta razón que muchos cientos de millones de personas trabajan arduamente casi en esclavitud para tener dinero, que gastan en cosas (la mayoría empadronadas por la publicidad exagerada) que realmente no necesitan. Otros tratan de armar sus propios imperios financieros, pero yo me pregunto ¿cómo podría ser feliz explotando a otra persona? ¿cómo podría lucrar a costa del esfuerzo de otros? ¿por qué no puedo ser más feliz con una cooperativa que con una empresa que lucra? Algunas personas idiotizadas hablan de que un profesor, un médico, un geólogo o un ingeniero lucran, dicen que no se puede hacer el trabajo gratis. Tener un sueldo digno no es lucrar, usar el sofismo de trabajar gratis es simplemente no entender el concepto de lucro. Resulta obvio que un profesor trabaje incesantemente para recibir un sueldo, y con ese sueldo este trabajador, este profesional de la educación, puede pagar los costos de su vida, es decir, su alimentación, vestuario, vivienda, transporte, libros, recreación. En conclusión, con su sueldo cubre sus costos. Comparar un profesional que vive de su sueldo con una gran empresa, con muchos trabajadores a cargo, que después de pagar sus costos tiene excedentes ¡millonarios! (lucro) es una estrategia cercana a los sofistas, esos antiguos intelectuales de ideas centradas en el hombre que cobraban por sus enseñanzas y transformaban las malas causas en buenas y las buenas en malas.
Por lo tanto, podemos ver que para buscar esa anhelada Felicidad no es necesario lucrar, sino que por el contrario, se necesita tener sueldos justos para todos y todas. Cuando se tienen sueldos justos, valorando habilidades y conocimientos, las personas se encuentran en paz y desarrollan un mejor trabajo, generando productos y servicios que incrementan el bienestar social.
La causa del Pueblo la podemos resumir entonces como la búsqueda de la Felicidad personal en un ambiente colectivo, en donde estudiantes, campesinos, obreros y profesionales interactúan de modo fraternal, equitativo e igualitario, creando de este modo una sociedad libre, en donde el camino hacia la Felicidad es decidido por cada individuo en armonía con el resto de los miembros del Pueblo. Esta es nuestra máxima, es nuestro ideal, y para los capitalistas es nuestra utopía. Para mí esto es sólo una realidad lejana, pero perfectamente posible. Es un anhelo posible de construir si cada uno de nosotros se compromete sin ambiciones con nuestra causa, es decir, la causa del Pueblo.
La única forma en que el Pueblo puede alcanzar su objetivo es teniendo los derechos humanos y sus libertades garantizadas por la Constitución y las Leyes. ¿Qué derechos humanos? ¿Qué libertades? El derecho a la vida, a la salud y vivienda; el derecho a la educación como uno de los más importantes junto al derecho a la libertad de expresión. Estos dos factores son entendidos como peligrosos por parte de la clase dominante (esta clase, intrínsecamente capitalista, el único derecho que asegura desde su inicio es el derecho a la propiedad privada), ya que un Pueblo educado y con libertad de expresión le puede poner término a los enormes privilegios que estas pocas, pero poderosas familias han disfrutado de generación en generación desde los tiempos de la colonia hasta hoy en día (en el caso de Chile). De esto se desprende fácilmente que la garantía real de estos derechos y libertades no será algo fácil de conseguir (un ejemplo de son los 5 meses de intransigencia por parte del gobierno de turno respecto a las problemáticas iniciadas por los estudiantes del país), aunque pueden estar en el papel, es muy probable que no lo sea en la realidad. Por esta razón, estudiantes, campesinos, obreros y profesionales deben trabajar unidos como una sola clase social para conquistar la garantía de lo que les pertenece por definición.
Podemos concluir de lo anterior que la unidad es un elemento esencial para el éxito en la materialización de la causa del Pueblo. A mí al igual que a muchos de ustedes, me encanta la frase “El Pueblo Unido, Jamás Será Vencido”, y esa frase en sí misma es cierta, lo que es cuestionable es la unidad del Pueblo en la actualidad. La clase dominante, los señores del capital, las familias aristocráticas y sus conglomerados, por siglos han refinado sus estrategias para dividir al Pueblo, donde el dinero y poder adquisitivo son ingredientes necesarios; en el caso Chileno, con éxito han logrado convencer a muchos profesionales que pertenecen a una clase social distinta a la de los obreros y campesinos, cuando en efecto, profesionales, obreros y campesinos, pertenecen exactamente al mismo grupo social, la fuerza de trabajo, los TRABAJADORES. La clase dominante ha utilizado a los profesionales por largo tiempo como fuerza de contención de los obreros y campesinos, cuando los profesionales lo que deberían hacer es sumarse a ellos y combatir juntos las injusticias y abusos de que ambos son víctimas. La fuerza de trabajo desde el punto de vista de la teoría económica es fundamental para la producción, en el modelo de producción más simple y en los más complejos, si no hay trabajo, no hay producción, así de simple. Los trabajadores con sus salarios pueden aportar el capital y producir, por lo tanto, el capitalista es prescindible, no así el trabajador. Como miembros del Pueblo no debemos caer en la trampa de la división, debemos trabajar unidos, pero la unión no es algo espontáneo y mucho menos asegurado, la unidad es algo que se debe trabajar y para ello una vez más debemos comprometernos. La única vía al éxito es el compromiso de trabajar incansablemente por la unidad del Pueblo, para desde la unidad, trabajar y luchar por nuestra causa.
Para terminar me gustaría agregar una frase de Eduardo Galeano, excelente escritor uruguayo, y que ha resonado desde hace bastante tiempo en mi interior “Ser es tener, dice el sistema. Y la trampa consiste en que quien más tiene, más quiere, y en resumidas cuentas las personas terminan perteneciendo a las cosas y trabajando a sus órdenes. El modelo de vida de la sociedad de consumo, que hoy día se impone como modelo único en escala universal, convierte al tiempo en un recurso económico, cada vez más escaso y más caro: el tiempo se vende, se alquila, se invierte. Pero, ¿quién es el dueño del tiempo? El automóvil, el televisor, el video, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para ganar tiempo o para pasar el tiempo, se apoderan del tiempo.” No malgastemos nuestro tiempo.