sábado, 13 de marzo de 2010

El desierto




El desierto es un lugar de testimonios, un entorno místico de una psicología extraña, de una sensorialidad austera que conquista, con una estética realmente abstracta y una historia cargada de hostilidad. Sus formas son audaces e incitantes. La mente queda presa de la luz, el espacio, la originalidad cinestética de la aridez, las altas temperaturas de día y el viento se enredan con el frío de la noche. El cielo del desierto es envolvente, magestuoso y terrible. En otros hábitats, la línea del horizonte se quiebra y se oscurece; en el desierto se funde con la bóveda que está sobre nuestras cabezas, infinitamente más basta que la que se puede ver en otros paisajes. En este cielo panorámico, las nubes parecen más compactas y a veces hasta se puede divisar la curvatura del globo. Los 360° llenos de angularidades confiere una arquitectura inigualable y monumental tanto a las nubes como al relieve. Es al desierto donde se dirigen profetas y ermitaños, es en él que los líderes de las grandes religiones han buscado los valores terapéuticos del retiro, no para escapar, sino que para descubrir.
El desierto me permite atrapar un poco de polvo de las estrellas y valorar la posibilidad de ver. Es en el Pan de Azúcar donde atrapé un poquito.

1 comentario:

Dani dijo...

Descubrir!!.. creo que de eso se trata el desierto!... aunque lo visites mil veces nunca dejas de descubrir nuevas cosas, nuevos secretos...o a ti mismo!!...
Quizas ahora comprendas porque amo el desierto!
Me gustoo en pocas palabras, lograste atrapar casi la totoalidad de lo que vimos esos día!

Un abrazoo... con arena y polvo de estrellas!