lunes, 19 de octubre de 2009

Un Gran Regalo



Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que los vi y debo admitir que he sido ingrato. Es una característica innata a mi persona, pero quisiera por medio de este espacio demostrarles que los llevo a todos ustedes en mi camino, en mis ojos y en mis oídos. Quisiera compartir mis sentimientos y mis vivencias, para hacerlas extensivas a sus sentidos. Sé que están contentos por mí y por lo que he conseguido, así como yo estoy verdaderamente orgulloso de ustedes.
Recuerdo la innumerable cantidad de veces que, sentados en la plaza o compartiendo una cerveza en la Casona, en la calle, en Quirihue, Concepción o en Quellón, conversamos cómo sería nuestro futuro, si se cumplirían o no nuestros sueños, si se lograría llegar al sol o si el cangrejo sería o no inmortal. La verdad es que todavía las respuestas no son precisas, pero de lo que sí estoy seguro, es que hemos forjado un camino sin límites, con paradas inciertas, en donde siempre, pero siempre tendremos bajadas en común. No importa el lugar, ni el momento, sólo importa que desde hoy hasta el fin de los tiempos, mi viaje encontrará el de ustedes y habrán oportunidades, como muchas veces lo hicimos, para reir y plantearnos nuevos sueños, nuevas metas y nuevas alegrías.
Soy un convencido que los sueños se hacen realidad cuando uno los desea con el corazón, no hay mayor estrategia para forjar el destino que luchar por crearlo y creer, por sobre todas las cosas, que uno tiene el mérito y la fuerza para hacer realidad lo que uno se proponga.
Quirihue…ufff…. No me alcanzan las palabras para describir lo que ha sido este pueblito, odiado y amado, aburrido y parrandeado, vive constantemente en la dicotomía. Cuántos sueños compartidos, cuántos anécdotas y risas, cuántas conversaciones en torno a la vida y al futuro, en esa calle cerrada, en ese pastizal mirando la luna, en esos pub que no nos cansan, aprendí a sentir cariño por cada uno de ustedes. Ahora, amigos eternos y amigas eternas, mis fronteras se amplían infinitamente, pero en mi mundo, el mundo que me gusta, nuestro pueblo siempre estará presente.
Como no mencionar el cambio vivido en Concepción. Esa ciudad me ha moldeado a su manera, cuando comencé a vivirla era un niño inmortal; pero tú Concepción me enseñaste cómo es la vida realmente, con altos y bajos, con alegrías y tristezas; y, en esos momentos, estaban ustedes. No es necesario mencionar lo importante que son para mí ni sus nombres, las palabras hermosas no nacen hoy, nacieron hace muchos años, cuando pasábamos tardes enteras en el pasto frente a la facultad, mirando sucesiones y límites hicimos que el viento cambiara su dirección y las nubes llevaran su lluvia a otras latitudes para que nos alumbrara finalmente el sol. Ahora, ese sol se ha multiplicado y nos acompaña, deseo que alumbre nuestros caminos y su luz nos permita ver y reconocer nuestro encuentro.
Tu Concepción querido, en un momento difícil y extraño, forjaste la decisión que cambiaría mi vida. Asistir a esos trabajos comunitarios. Me diste uno de los regalos más importantes que he recibido: ustedes amigos. A partir de ahí comprobé que el sentimiento de amistad se puede dividir infinitamente y, a su vez, entregar en partes infinitas a quienes uno quiere. Las experiencias vividas a partir de ahí no tienen número que las cuente, ni palabra que las englobe, sólo puedo decir que ellas me tienen aquí. Esos trabajos, que sumaron amistades, añadieron cariños entregados y recibidos, han sido excepcionales. Amigos (as) de mochileo, gracias por compartir la inquietud de maravillarnos con el gran mundo en el que vivimos, por amar nuestra tierra y compartir en muchos lugares diferentes anécdotas y alegrías, han sido y serán un aporte valioso en mi persona, estoy seguro que esa guitarra tocará muchas otras veces las canciones “A mi ciudad”, “Siguiendo la luna”, “Sonnet” y se acompañará de ese pandero, resonando en nuestros oídos futuros como una melodía tranquilizadora.
Por último y no menos importante está Quellón. Fuiste un punto de escape extraño, un arranque propio de un comportamiento nómade. Todavía me pregunto cómo llegué a ti y la respuesta está en algún lugar mi infinito espacio interior. Si duda fuiste la plataforma en donde caminaba, y en un descuido caí en un barco hacia otro planeta, el planeta al otro lado del mar. Tú eres una experiencia distinta a todas, marcada por el amor y el cariño. Me permitiste conocer a personas muy importantes en mi vida, ustedes amigos, y evidenciar que fue una excelente decisión. Eres un gran regalo.
A través de los años, los he conocido uno por uno; algunos(as), desde el principio de los tiempos, a otros(as) porque la vida los cruzó en mi camino y decidimos interrumpir nuestro viaje unos momentos, a otros(as) el sentimiento común y fortuito nos detuvo para charlar o preguntar algo, otros(as) simplemente chocaron fugazmente conmigo y yo los(as) sentí importantes. A todos, quisiera decirles que los(as) aprecio mucho, que de alguna u otra forma el que esté sentado aquí es este momento, y en este lugar, se debe exclusivamente a las muestras de cariño, a las vivencias compartidas, a los consejos dados y al amor, que como humanos, sentimos por las personas que apreciamos. No siempre se dan las gracias cuando siempre se piensa, menos en esta instancia y en el lugar donde estoy, pero como me conocen, saben que para mí es más importante el vivir y ser una buena persona.
Un fuerte abrazo amigos y amigas.
Recuerdo de Toulouse, Francia.

1 comentario:

sthefa dijo...

Ohhhh gratamente sorprendida, un poco nostálgica y vieja a la vez... así son las cosas, la vida supongo... distintos caminos, opciones y desiciones difíciles pero que nos hacen crecer y valorar... mil besooos

"Dadme una certeza de raíces en horizonte quieto
Un descubrimiento que no huya a cada paso
Un milagro que ilumine el fondo de nuestros mares íntimos
(...) Desafiaré al vacío" (Huidobro)